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sábado, 29 de diciembre de 2007

Gali, el cocodrilo educador

Admitámoslo: las entrañables series de nuestra infancia no nos han enseñado nada. Ninguna de esas series nos han hecho aprobar un examen o ser mejores personas. A la mayoría de nosotros nos seguiría costando identificar el cuadriceps femoral en el cuerpo humano de no ser por el fútbol, no por ningún estúpido programa educativo infantil. Y si realmente creyéramos incondicionalmente en los valores de la perseverancia y lo justo, de series como Los Pitufos o David el Gnomo, acabaríamos todos como José Luis Moreno. O criando malvas en un contenedor. O siendo uno de esos vagabundos a los que nunca hemos dado limosna. Así que basta ya de ñoñerías. Todos hemos sido niños y sabemos lo que queríamos. No nos empeñemos ahora de mayores en cambiar el curso natural de las cosas.

Pero estamos a tiempo de rectificar. Quememos todas las cintas de Barrio Sésamo, Pinocho, Los Pitufos, Heidi, David el Gnomo, Érase una vez..., las tres mellizas y Marco. No debe quedar ni una; sin excepción. Lo sé, algunos me tildarán de asesino. Pero a todos esos cursis yo les contestaré: "dejad la educación de vuestros hijos en manos de Gali. Nadie como él les ensañará cuáles son los fundamentos de la vida". Y a continuación les pondría el siguiente vídeo. Después, me darían la razón.



Calle 13, probablemente la cadena de televisión con mejores anuncios del mundo.

viernes, 28 de diciembre de 2007

La peor intervención política de la historia

O la mejor, según como se mire. Y es que mi memoria no alcanza a recordar tamaño despropósito y semejante ejercicio de incompetencia en las labores oratorias. Pero no nos adelantemos a la descripción de lo acontecido. Para empezar, un poco de contexto.

Todo sucedió un maravilloso y resplandeciente día de septiembre de 2007, jueves 13 creo recordar. Los pájaros piaban, el viento soplaba y el lorenzo se levantaba a la orilla del Ebro ante lo que era una jornada de reencuentro político en Aragón tras las elecciones autonómicas de mayo, el pacto del PSOE con el PAR y un verano que se presuponía más caluroso de lo que realmente fue. Entre los asistentes, caras viejas, otras no tanto, y algunas susceptibles de ser consideradas sempiternas. No pertenecía a esta última clase, ciertamente, Eva Teruel. Ese día suponía su debut en la esfera política del más alto rango dentro de su comunidad. Y lo hacía como portavoz de la consejería de educación, cultura y deporte. Su tarea: presentar el programa de gobierno y responder a las objeciones presentadas por la oposición. Mañana de tensión y nervios, por tanto, para la aragonesa de 42 años técnico superior en artes plásticas y diseño y psicóloga de profesión. O al menos, eso cabría esperar. Porque diez minutos de intervención ante el atento escrutinio de los diputados y ante la mirada, en principio inquisitiva, de tu jefa es para poner nervioso a uno, sobre todo si se es principiante en esas lides. Pero esto a Eva, conocedora de los más oscuros mecanismos de la mente humana, no le asustó. Y vaya que si no lo hizo. Cargada del buen rollo que sólo las grandes jornadas de macrobotellón o las interminables sesiones delante del Tuenti pueden ofrecer, se dispuso a realizar su intervención. Una intervención, ante todo, memorable. Estelar dirán algunos.



En cierto sentido, está fuera de toda discusión que ésta sea la peor intervención política de todos los tiempos. Ni en los tiempos de la Atenas de Pericles, y eso que allí eran muy propensos a los excesos espirituosos, hay constancia de un hecho similar. Pero bien mirado, con la lente apropiada, puede ser la mejor. En fin, que tampoco es para indignarse. La mujer se lo pasó bien y me lo ha hecho pasar bien a mí. No se puede decir lo mismo de los miembros de su partido, que no tardaron en cesarla de su puesto y si me apuras, echarla del partido, excomulgarla y mandarla al patíbulo en una ejecución pública con todos los deshonores.

Pero hablando ya en un tono más serio, hay que reconocer que las formas del discurso de esta señora son inapropiadas para el contexto en que lo realiza. Ahora bien, lo preocupante no son sus risas, aspavientos y, en general, el talante de sus ademanes. Lo preocupante es que bajo la fáchada de lo políticamente incorrecto, desgrana un discurso, en cuanto a contenido, similar al de la inmensa mayoría de los políticos. Es decir: vacío y estéril. Por ello, lo preocupante no es este caso concreto, sino los innumerables casos que se suceden con normalidad en la política española. Eva Teruel, al menos, no engaña a nadie. El peligro emerge cuando el engaño se envuelve bajo el tamizado papel del aplomo, la rectitud y la retórica más políticamente correcta. Es en esos casos, en los hay que estar alerta. Es entonces cuando realmente se da la peor intervención política de la historia.

Vicarious

Ya les ha costado a la gente de Tool publicar el primer vídeo promocional de su 10000 Days, pero tras un año de espera, ya está aquí. Con Vicarious se abren las apuestas: ¿Cuál es la interpretación más plausible de lo que sucede en pantalla? No sé tú, pero yo apostaría a que hacerse millonario en Las Vegas resulta más sencillo que desentrañar el sentido del vídeo. Aunque quizá la pregunta esté mal planteada y Tool no participen de ese juego. Tal vez, y sólo tal vez, el objetivo último del vídeo no sea sino el de pasar unos minutos delante de la pantalla sumergido en una atmósfera como la que la música y los vídeos de Tool sólo son capaces de conseguir. Sea como fuere, aquí debajo dejo el vídeo. Disfrutadlo.



P.S.: Gracias a Gaizkorn, de Parásito Cerebral, por enseñarme el vídeo.

jueves, 27 de diciembre de 2007

A la larga fue el verbo

Dios habló y nos reveló el secreto mejor guardado desde que supimos cómo se creó el mundo: su nombre.



Ahora, al menos, sé que Dios existió.

El Perfume (2006)


A estas alturas, aunque no hayáis leido el libro o hayáis visto la peli, os será familiar la historia que nos cuenta El Perfume. Dicho brevemente: la historia de Jean Baptiste Grenouille, un individuo que no debió nacer nunca. Un sujeto como otro cualquiera en el presunto siglo de las luces. Como otro cualquiera salvo por el hecho de que la existencia le otorgó un don como el que nadie de su especie tuvo jamás; el don de un portentoso olfato. El Perfume nos narra la vida de este singular personaje.

Reconozco que desde que me enteré de la noticia de la adaptación cinematográfica de la obra de Süskind hace ya dos años, me mantuve receloso desde el primer momento. Tanto que he esperado un año desde su publicación para visionarla. Sí amigos, eso es escepticismo y lo demás son chorradas. Y es que llevar una obra literaria a la gran pantalla no suele ser plato de buen gusto normalmente, ni para el que lo cocina ni para el que lo degusta. Siempre que el libro del que se parte tiene cierta enjundia, la película acaba oscureciéndose por la alargada sombra de aquel. Y es que, en esta clase de films, se corre el riesgo de padecer insuficiencias en el guión, que las imágenes ofrecidas no encajen con las representaciones acerca del libro que el público lector se imagina y, sobre todo, de no reflejar el espíritu o la esencia de la obra. Naturalmente estos problemas no lo son tanto en la medida en que la adaptación sea libre o, al menos, no se vea constreñida por las condiciones que le exija la obra de la que parte. En el caso de la película que nos ocupa, El Perfume, esas condiciones, si bien exigentes y coercitivas respecto al desarrollo del hilo argumental, permiten la libertad en el campo respecto al cual el cine se manifiesta como esfera artística independiente de las demás: el de la imagen (en movimiento). Pero no nos llevemos a engaño. Cualquiera que haya leído el libro de Patrick Süskind, se habrá percatado de que la sola idea de llevar a imágenes las extensas y detalladas descripciones que el escritor alemán realizó en su Historia de un Asesino es una tarea titánica. Veamos qué tal encaró el proyecto Tom Tykwer, su director.

Lo primero que salta a la vista, después de los primeros minutos de visionado de la cinta, es que nos encontramos ante un soberbio trabajo de caracterización histórica. Los primeros instantes del film te sumergen en una atmósfera sucia y oscura en la Francia del siglo de las luces y, cabe decir, de las sombras. Tanto los decorados como los vestuarios rozan la perfección. Y la sensación se mantiene durante las poco más de dos horas que dura el film. Sin duda, la inversión realizada (la más alta del cine europeo hasta el momento con un total de 60 millones de euros) se ve gratamente amortizada en este apartado.

Y si el contenido de lo que vemos roza la perfección, otro tanto hay que decir del medio por el cual se nos es presentado. La fotografía en El Perfume es exquisita, con una variedad cromática envidiable y un juego con el claroscuro sencillamente delicioso. Tykwer, o su director de fotografía, demuestran hacer un muy buen uso de la iluminación en todas las secuencias, lo cual redunda en la inmersión en la atmósfera del film.

Desde el punto de vista meramente narrativo, sin embargo, las amplias descripciones aromáticas de la novela de Süskind se ven traducidas en la película, tanto en los más asombrosos juegos de cámara, aspecto que Tykwer domina bien como se pudo comprobar en Corre Lola, Corre, como en los más bochornosos ardides de principiante. Y es que la traducción en imágenes, en algunos pasajes supera a la novela, pero en otros la desmerece (y no quiero citar ejemplos; el visionado de la cinta los hace patentes). Sea como fuere, no llega a plasmar en su totalidad la magia de la novela en ese sentido. Y La sensación final en este apartado, uno de los más importantes a priori de la película, acaba siendo desigual. Se dice que Kubrick meditó llevar a cabo el proyecto en su día. Si finalmente hubiera sido así, probablemente estaríamos hablando ahora en otros términos.

En términos de guión, nos encontramos con una más que correcta implementación del desarrollo de la novela, que no del ritmo en un contexto cinematográfico. Quizá en algunos puntos pretenda ser demasiado fiel y, por ello, acabe pecando de insuficiencia en algunos de sus tramos. Y es que el ritmo de la novela y el del cine son, y han de ser, distintos. Esto Tykwer no ha sabido entenderlo y, con ello, nos ha regalado minutos de metraje ciertamente prescindibles. No obstante, estos momentos se alternan con escenas impactantes llenas de tensión. Y la sensación de estar en una montaña rusa se hace patente. Esto puede no llegar a ser malo en el contexto de otra película, pero en la que nos ocupa, acaba convirtiéndose en una tara.

La mosca me andaba detrás de la oreja antes de ver la película. Pensaba: ¿a qué actor lo suficientemente grotesco y deforme habrán elegido para la caracterización de Grenouille? Lo más parecido que me venía a la cabeza era un Ron Perlman, aunque quizá sería demasiado alto. En cualquier caso, ya fuese por maquillaje o por desgracia natural, el personaje debería dar asco (cheposo, con numerosas cicatrices, etc.). Finalmente el elegido fue un desconocido Ben Wishaw, que pese a no encajar con mi imagen mental de Jean Baptiste, consigue sorprender al espectador con una interpretación realmente buena. Hace de Grenoille un ser oscuro, a veces débil pero inmisericorde otras, servicial pero con ambiciones y francamente ambiguo. Un individuo producto de la doble moral de su tiempo al que, sin embargo, la moral no parece ir con él por la sencilla razón de que la moral no es un concepto que pueda traducirse en una esencia o en un olor. Todo esto lo encarna más que aceptablemente el bueno de Wishaw.

El resto de interpretaciones se hallan a un buen nivel general, destacando las de los consagrados Dustin Hoffman y Alan Rickman, en los papeles de Baldini y Antoine respectivamente. El primero, muy natural en su caracterización de maestro creador de fragancias venido a menos y el segundo convincente en su rol de padre protector. Destacar, a su vez a la sensual Rachel Hurd-Wood, repleta del encanto de la inocencia.

Desde una perspectiva del entretenimiento El Perfume es una excelente propuesta a tener en cuenta dentro del cine de calidad. Pese a los desbarajustes de tempo y ritmo, la peli no llega a cansar y la belleza visual y las excelentes interpretaciones acaban elevando el nivel de la cinta. No obstante, a la adaptación de una de las mejores obras literarias de los últimos veinte años hay que exigirle más, y ese algo más, esa esencia, se queda a medias. Da la sensación de que el contenido no acaba haciendo justicia al envoltorio. De que el aroma, a fin de cuentas, no hace justicia a lo aromatizado. De eso se trataba.

Valoración: 5,7

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Sin número no hay taxi

La gente piensa que una sociedad se sustenta sobre la base de una comunidad estable de ingenieros, policías; médicos, profesores; panaderos, agricultores; economistas, carpinteros; abogados, científicos; fontaneros, artistas; psicólogos, vendedores; mecánicos, camareros; conductores, informáticos; electricistas, filósofos; periodistas, historiadores; farmacéuticos, bomberos; deportistas, traficantes; o políticos y arquitectos. Pero no, es mentira. La sociedad pervive gracias a gente como yo. A gente que se dedica a buscarte un taxi cuando más lo necesitas. Pero eso la gente no lo entiende. La gente va a lo suyo y, cuando puede, te la clavan por la espalda. Como ese tal Luis Moya. Me será difícil olvidarle. Ojalá ese berraco arda en el infierno. Se lo tendrá bien merecido por lo que me hizo.



martes, 25 de diciembre de 2007

El niño alemán loco

Seguramente ya habréis visto alguna vez el siguiente vídeo. Es más viejo que la sopa de ajo. Va de un pobre y desiquilibrado niño con problemas de sobrepeso que se caga en todo el santoral, de arriba a abajo dos veces y media, porque el Unreal Tournament no le carga. Lo jodido es que cuando aparentemente se le ha cargado, sigue igual de histérico. Y no sé si será cuestión del videojuego de marras o de que en Alemania les salen con defecto de fábrica (los niños, que los videojuegos seguro que no), pero a su lado Hitler sería un adorable cachorrillo de labrador, de esos de los anuncios de Scottex.



Es una lástima que, en vez de un teclado, no tuviera a mano un revolver. El vídeo sería más gracioso.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Descartes Lleva el Bote

Hubo un tiempo no muy lejano en el que unos simpáticos estudiantes de filosofía decidieron crear un foro en el que poder charlar tranquilamente de cine y de la ciencia de las ciencias. No existían demasiadas pretensiones por aquel entonces, si acaso, las de pasar un buen rato y prolongar las discusiones y debates fuera de las aulas. Aquellos tiempos de inconsciencia colectiva estaban guiados por varias convicciones.

Una de ellas tenía que ver con el fondo de la cuestión. Era la de que la reflexión filosófica no tenía por qué estar ceñida al papel escrito; que había otras herramientas por medio de las cuales los conceptos y proposiciones filosóficas podían tener su medio de representación. El cine, obviamente, estaba en el punto de mira; el cine, o la expresión cinematográfica, como mirada focalizadora de nuestras inquietudes filosóficas y no tan filosóficas.

Otra, concerniente más a la forma, era la de que la universidad como institución, y en concreto la facultad de filosofía, no tenía por qué ocupar el centro neurálgico de la reflexión filosófica. La Academia, entendida en el sentido de lugar del conocimiento, tenía sus límites. La intención, expandirlos.

Bien pensado, quizá si estuviéramos bien cargados de pretensiones. En cualquier caso, el foro era más cosas aparte de cine, filosofía y ambiciones revolucionarias. También era un lugar donde pasar un buen rato. Era, por tanto, un espacio lúdico. Ahí quedan esos interminables pasatiempos como los de las "palabras encadenadas", "poesía eres tú, "el trivial" o "y si fueras...." (nunca sabré si los cuatro puntos suspensivos fueron intencionados o no). En ellos desarrollábamos nuestro ingenio con las pruebas más variadas y pintorescas.

Sea como fuere, el foro acabó entrando en barrena. No quiero decir que muriese, porque eso no sería atenerse a los hechos. Más bien, podría decirse que entró progresivamente en una especie de estado lisérgico provocado por la desidia y por ciertos roces y rencillas entre algunos de sus usuarios. En cualquier caso, el foro fue abandonado a su suerte en medio del océano internáutico. Y eso, amigos, nunca se hace con un Yonki.

Por eso me congratula deciros que, tras varios meses de espera, hemos rescatado a Descartes Lleva el Bote de la deriva en alta mar. Desde luego, ahora lo cuidaremos como se merece. Y eso significa que ni lo trataremos de basura ni depositaremos tantas pretensiones como antes en él. Un término medio, vaya.


Desde aquí os invito a visitar este lugar. Seréis bienvenidos. Eso sí, dejad las pretensiones en la entrada, junto a los zapatos. Gracias.

La distinción Analítico / Sintético

A continuación, una especie de compendio que perfectamente podría haber titulado: "Todo lo que se acerca de la dicotomía analítico/sintético y nunca me atreví a explicar". O directamente: "Todo lo que se acerca de este tema". Vamos, un pequeño bosquejo simplificado del panorama histórico de la cuestión que difícilmente aclarará nada. Ni más ni menos. Pero por escribir que no quede.

Probablemente la distinción filosófica que más ríos de tinta ha generado a lo largo de la historia de la disciplina sea ésta. Este par de conceptos se ha asociado a su vez con distinciones afines como las de verdades de razón / verdades de hecho, necesario / contingente o normativo / descriptivo. En cualquier caso, la distinción tal y como se entiende actualmente puede formularse en los siguientes términos:

Enunciados analíticos: Todos aquellos enunciados cuya verdad o falsedad dependen de su forma lógica y del significado de sus términos. Todos los enunciados de la matemática y de la lógica formarían parte de este grupo.
Enunciados sintéticos: Todos aquellos enunciados cuya verdad o falsedad se determina sobre la base de información fáctica sobre el mundo. Todos los enunciados con carga empírica formarían parte de este conjunto.

Esta distinción ha sido fructífera en el siglo XX para la elucidación del problema de la demarcación entre filosofía y ciencia, es decir, para la distinción o no de las tareas filosóficas respecto de las labores científicas. Paralelamente ha servido para zanjar numerosas cuestiones desde el punto de vista filosófico con un: eso es cosa de la ciencia. Con ello se pretendía mostrar que la tarea de la filosofía consistía en la elucidación conceptual; en la clarificación y ensamblaje de todos nuestros conceptos e intuiciones básicas previas al conocimiento del mundo. Conceptos como significado, sentido, referencia, verificación, teoría y afines entrarían dentro del campo de acción de la filosofía. En cambio, las proposiciones concernientes explícitamente a sucesos y propiedades del mundo serían tarea de la ciencia. De este modo, se explicaría por qué muchos problemas que en la antigüedad fueron considerados filosóficos, hoy no lo son. La razón: no eran problemas conceptuales. Ejemplos de esta clase de problemas aparentemente filosóficos serían el origen del mundo, el problema parmenídeo del movimiento, etc.

El origen de esta distinción se remonta a la vieja dicotomía Leibniziana entre verdades de hecho y verdades de razón. Para el filósofo alemán las verdades de hecho eran contingentes y empíricas, es decir, pueden o no darse en el mundo. Las verdades de razón serían necesarias e innatas. Son las proposiciones lógicas y matemáticas. El hecho de que fueran innatas muestra la herencia platónica en el racionalismo de Leibniz.

Hume distinguía entre hechos y relaciones de ideas. Las proposiciones concernientes a hechos, al igual que las verdades de hecho Leibnizianas, eran contingentes y empíricas. El filósofo escocés, en cambio, difería del alemán en el tratamiento de las relaciones de ideas (o verdades de razón en la jerga del filósofo de la Monadología). Para Hume, las relaciones de ideas, si bien no son empíricas, tampoco son necesarias. Se tratan de meras tautologías desprovistas de contenido alguno; son meramente formales. En este sentido, se palpa la influencia en la concepción Wittgensteiniana de las verdades lógicas expuesta en el Tractatus.

Como en casi toda la filosofía moderna, con Kant también se da un giro respecto a esta cuestión. El filósofo de Konigsberg es el primero en usar las expresiones analítico y sintético. Según él, un juicio analítico es aquel donde un predicado B pertenece a un sujeto A, es decir, está contenido dentro de él. Un ejemplo de esta clase de juicios es "Todos los cuerpos son extensos". Es consustancial a la idea de cuerpo el tener extensión. Esta clase de juicios son pensados mediante la identidad. Y el predicado no añade información nueva al sujeto Un juicio sintético sería aquel donde un predicado B no está contenido en un sujeto A, aunque claro está, eso no significa que no haya relación, pues de lo contrario no habría juicio. Un ejemplo de esta clase de juicios sería "Todos los cuerpos son pesados". La pesadez no estaría incluida en la idea de cuerpo. Los juicios sintéticos son pensados sin mediación de la identidad. En estos juicios, los predicados sí añaden información al sujeto.

A su vez, Kant echa mano de la distinción entre a priori y a posteriori. Los juicios a priori son aquellos que se construyen sin mediación de la experiencia, mientras que los juicios a posteriori requieren de la experiencia para su construcción. De este modo tendríamos que todos los juicios a posteriori son sintéticos, pues la información que en estos casos el predicado añade al sujeto procede de la experiencia. Paralelamente, todos los juicios analíticos serían a priori, pues en esa clase de proposiciones los juicios se construirían con independencia de la experiencia.

Hasta aquí no hay nada en Kant que difiera aparentemente de las concepciones, a grosso modo, de Leibniz y Hume. Sin embargo, para Kant existe una tercera clase de juicios con independencia de los analíticos a priori y los sintéticos a posteriori: serían los sintéticos a posteriori. Serían todos aquellos juicios en los que el predicado no pertenece al sujeto y, a la vez, donde algunos de sus elementos constituyentes no proceden de la experiencia. Más aún, esos elementos hacen posible la experiencia; lo cual no significa que sean eternos. Kant identifica este conjunto de juicios con las proposiciones de la matemática y de la ciencia natural. Las investigaciones concernientes a la Crítica de la razón pura tienen como objetivo dilucidar si esa clase de juicios son posibles en metafísica y, por tanto, dado el carácter de esa disciplina, si la metafísica como ciencia es posible. La respuesta de la obra sería no.

El positivismo lógico también ahondó en la distinción, pero bajo un marco ya distinto. La cuestión relevante para ellos consistía en establecer un criterio de significación bajo el cual los enunciados metafísicos dejaran de tener sentido. Para ello, y siguiendo a Hume y Wittgenstein, desarrollaron el principio de verificabilidad, la doctrina del significado por la cual todo enunciado que no sea ni analítico ni sintético (en los sentidos expresados al principio de estas líneas) carecerá de sentido o significado y, en consecuencia, será ininteligible. Además de cerrar las puertas al discurso con sentido a toda especulación metafísica, el principio de verificabilidad pretendía ser una potente concepción empirista de la ciencia. Sin adentrarme demasiado en cuestiones de detalle, este principio imponía la condición de reducir todos los términos teóricos (gravedad, fuerza, masa, etc.) a enunciados acerca de observables.

Como he mencionado al principio de estas líneas, una de las consecuencias de la aceptación de la dicotomía analítico/sintético es la aceptación de una barrera epistémica entre filosofía y ciencia. No hay enlace de unión entre un saber y otro. (no hay reflexiones al estilo Punset, por ejemplo). Correlativamente, negar que haya demarcación entre ciencia y filosofía, implica la no asunción de la dicotomía analítico/sintético. En ese sentido, uno de los ataques más contundentes a la dichosa dicotomía ha venido dado por el filósofo americano W.v.O. Quine. Nuevamente, sin entrar en cuestiones de detalle acerca de la crítica a la analiticidad, para Quine no existe algo así como una barrera infranqueable entre ambos tipos de proposiciones, sino más bien una especie de continuo entre ambos, caracterizado por su noción de Holismo semántico. Todos los enunciados, incluidos los de la matemática y la lógica, serían sintéticos en menor o mayor grado.

Para hacernos una idea de lo que Quine quiere decirnos, conviene imaginarse el cuerpo entero del conocimiento humano como una esfera, en la cual los bordes entrarían en conexión directa con la experiencia y con el resto de elementos de la esfera, ya sea de modo o indirecto, a través de conexiones de conexiones. Las ciencias formales, como las matemáticas o la lógica no serían analíticas, sino más bien sintéticas en menor grado, esto es, más atrincheradas respecto a una refutación de la experiencia (la violación del principio de tercio excluso de la lógica clásica en la mecánica cuántica sería un ejemplo paradigmático).

En gran parte, es gracias a la crítica de Quine a la dicotomía en su artículo Dos Dogmas del Empirismo (1952) por lo que esta distinción ha hecho correr ríos y ríos de tinta, conformándose dos grandes grupos: los partidarios de su defensa y los defensores de su abolición. En cualquier caso, se trata de una de las cuestiones de filosofía analítica (o para los Quineanos, de filosofía sintética) más interesantes que hay. O al menos, eso pienso yo (ahora).

domingo, 23 de diciembre de 2007

La tortuga Burt

La explosión de la bomba atómica (junto quizá con el holocausto) posiblemente sea el acontecimiento más importante de la segunda guerra mundial y, por extensión, de todo el siglo XX. Desde un punto de vista filosófico, de crítica cultural y política, supuso el replanteamiento de las bases y principios sobre los que la sociedad occidental había erigido todo su entramado moral y cultural. En este sentido, se habla de la crisis de la modernidad y del fracaso del proyecto ilustrado. Esa idea generativa, asumida por todos, de que la ciencia contribuiría a un supuesto progreso de la humanidad fue puesta en cuestión. Hiroshima y Nagasaki hicieron ver al mundo que la ciencia es mucho más que una acumulación de factores epistémicos; el conocimiento como objetivo último de la ciencia se puso en tela de juicio.

La cuestión no era que la ciencia conllevara conocimiento, sino más bien qué factores no-epistémicos conllevaba también la ciencia. La tecnología, en todas sus aplicaciones y usos, fue puesta en el punto de mira como el principal catalizador de los intereses económicos y bélicos de los estados. La ciencia, en su manifestación tecnológica, no se contempló como un artefacto capaz de perfeccionar a la sociedad, sino más bien como un peligro inherente a ella.

***

Que esta clase de reflexiones fueran producto de un contexto histórico muy determinado no es un hecho baladí. Hoy en día, si bien la inmensa mayoría de la población se muestra escéptica respecto a las acciones que llevan a cabo los estados del mundo, ese escepticismo tiene tanto en el optimismo como en el pesimismo las dos caras de una misma moneda: la gente ya no sabe a qué atenerse, tanto para lo bueno como para lo malo. Hoy en día el tipo de reflexión acerca del fracaso del proyecto ilustrado tendría sus acotaciones tanto en la sanidad y la educación pública, en el terreno más social, como en la sociedad del conocimiento, desde un plano más económico. Y en general, en los derechos humanos.

La desconfianza ante la autoridad política gestora, en gran parte, de la calidad de nuestras vidas, no obstante, sigue plenamente vigente. Si se puede admitir que la desconfianza exhacerbada tras la segunda guerra mundial era producto de su contexto, también se puede admitir que estaba plenamente justificada en ese mismo contexto (aunque la generalización y extrapolación indiscriminada no lo esté). Y se puede hacer a la luz de documentales como The Atomic Cafe (1982), en el que se nos muestran las argucias propagandísticas del gobierno de los Estados Unidos, durante el periodo de la posguerra y de la incipiente guerra fría, para hacer ver a su población que los peligros de la energía nuclear, en realidad, no son tantos. También se nos muestran los antecedentes de la caza de brujas, las pruebas nucleares de la bomba A y la H y el final de la segunda guerra mundial, aunque esos son otros temas ya.

En ese documental, conformado por vídeos de archivo en su totalidad, se nos muestran mensajes tan dantescos como ridículos: soldados ubicados en zonas absolutamente devastadas por la radiación y cuya única protección son unas sencillas gafas de sol, una piara de cerdos vestidos con el uniforme de los militares y abandonados a su suerte en una zona también devastada con el objetivo de saber si la piel humana también resistiría la radiación existente (la piel humana y la del cerdo tiene la misma consistencia), un tipo al que la sóla idea de las consecuencias de la detonación de una bomba atómica le provoca paranoias y, en general, otras muchas lindezas de las que ahora no me acuerdo.

Mi episodio preferido es el de la tortuga Burt, en el que una simpática tortuga enseña a los niños a que ante el mínimo indicio de resplandor nuclear, lo más correcto es hacer un "práctico y útil" Duck And Cover!



The Atomic Cafe
pone de manifiesto que los mecanismos de los estados democráticos pueden ponerse al servicio de la ocultación de la realidad. En ese sentido, es una prueba de que la desconfianza puede llegar a estar justificada. Y aunque en el caso de la tortuga Burt, esa ocultación de información pueda ser lícita en la medida en que los receptores no son más que niños, no es menos cierto que supone uno de los episodios más surrealistas de toda la propaganda nuclear americana de posguerra. O nu-ce-lar en tanto que propaganda.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Matrices Mágicas

El siguiente truco viene en el volumen llamado ¡Ajá! Paradojas que hacen pensar de Martin Gardner, en la sección de números.


Copie esta matriz de 4 por 4 en una hoja, y numere de 1 a 16 sus casillas. Voy a hacerle una exhibición de fuerza psíquica que le dejará atónito. ¡Voy
a dirigir y controlar una selección de cuatro números realizada por usted en la matriz!


Rodee con un círculo un número cualquiera, a su capricho. En el dibujo se ha marcado el 12; lo mismo puede tomarse otro cualquiera. Tache con una barra vertical la columna que lo contiene, y otro tanto con la fila.

Ahora rodee otro número cualquiera de los no tachados todavía. Vuelva a tachar la fila y columna de éste. Elija a su capricho un tercer número no tachado, y suprima también su fila y su columna. Finalmente rodee el único número restante.


Si usted ha seguido mis indicaciones, el casillero presentará más o menos este aspecto. Sume ahora los cuatro números seleccionados. ¿Preparado? Voy a decirle cuánto vale la suma que usted ha calculado. Es..., es..., ¡34! ¿Es correcta? Claro que es correcta. ¿Cómo he podido yo saberlo? ¿Será que he influido sobre usted en el momento de elegir?

***

¿Por qué nos obliga esta matriz a que la suma de los números elegidos sea siempre 34? Su secreto es tan sencillo como ingenioso. En el encabezamiento de una matriz de 4 por 4 escribimos los números 1, 2, 3, 4; a la izquierda de cada hilera ponemos los números 0, 4, 8, 12:


Estos ocho números se llaman generadores de la matriz mágica. En cada casilla se escribe ahora el número suma de sus dos generadores, a saber, la suma del situado a la cabeza de la columna con el escrito al costado de su fila. Una vez rellenado de este modo el casillero, encontraremos una matriz que contiene los números de 1 a 16 en orden correlativo.


Veamos ahora qué sucede al ir señalando cuatro números según el procedimiento indicado. Tal procedimiento garantiza que no serán elegidos dos números de una misma fila o columna. Cada número de la matriz es suma de un único par de generadores; por consiguiente, la suma de los cuatro números señalados será igual a la suma de los ocho generadores. Y como los generadores suman en total 34, también los cuatro números elegidos habrán de sumar 34.

Una vez comprendido el funcionamiento de la matriz, se pueden construir matrices mayores de tamaño arbitrario. Fijémonos, por ejemplo, en la matriz de orden 6 siguiente, con sus 12 generadores. Observemos que en este caso los generadores han sido elegidos de manera que los números del casillero parezcan dados al azar. Queda así oculta la estructura subyacente de la matriz, haciendo que parezca aún más misteriosa:


Los generadores suman 30. Elegidos seis números por el procedimiento explicado, sumarán 30. El número mágico (la suma) podrá ser, desde luego, cualquier número que se desee.

Es posible construir una matriz de 10 por 10 que implique suma 100 o cualquier otro número curioso, como el año en curso o el año de nacimiento de una persona. ¿Podrán construirse matrices mágicas que contengan en algunas casillas números negativos? ¡Claro que sí! En realidad, los generadores pueden ser números cualesquiera, positivos o negativos, racionales o irracionales.

¿Podrán construirse matrices donde el cálculo del número mágico se haga multiplicando los elegidos, en vez de sumarlos? Sí; y ello sugiere otro camino a explorar. La construcción fundamental sigue siendo exactamente la misma. El número impuesto, en este caso, resulta ser producto del conjunto de generadores.

Curioso, ¿no?

jueves, 20 de diciembre de 2007

The Best Fucking Rock Compilation

Señoras y señores, con todos ustedes el primer volumen de la mejor colección de rock de todos los tiempos: The Best Fucking Rock Compilation. La portada, con la ayuda de Lord Pipi, y las canciones, en las siguientes líneas.


1. Jerry Goldsmith - Desafío Total (2:40)
2. Volbeat - The Garden's Tale (4:52)
3. Arctic Monkeys - Brianstorm (2:52)
4. Cave In - Inspire (4:21)
5. Still Remains - The Serpent (2:15)
6. Muse - Knights Of Cydonia (6:07)
7. Radiohead - The National Anthem (5:52)
8. A Perfect Circle - Magdalena (4:06)
9. Paradise Lost - Say Just Words (4:03)
10. The Melvins - Set Me Straight (2:26)
11. Wendy Carlos - La Naranja Mecánica (2:27)
12. Refused - New Noise (5:08)
13. Diablo Swing Orchestra - Ballrog Boogie (3:53)
14. The White Stripes - Conquest (2:48)
15. System Of A Down - This Cocaine Makes Me Feel Like I'm On This Song (1:39)
16. Q.O.T.S.A. - Everybody Knows That You Are Insane (4:14)
17. The Dillinger Escape Plan - When Acting As A Particle (1:22)
18. Mastodon - Seabeast (4:15)
19. Katatonia - Ghost Of The Sun (4:10)
20. Tool - Schism (6:48)
21. Basil Poledouris - Conan (2:33)

Como en toda compilación (y en todo disco, aunque eso se tiene olvidado), no es ésta o aquella canción, sino el todo que conforman. Que la disfruten.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Sí, pude ser adoptado

Nunca olvidaré aquella época de mi vida. Yo vivía en el zoo, con mis bananas, mis lianas, mis pulgas, mis chinches y todo eso que hace que la vida merezca ser vivida. Aquello era maravilloso. Recuerdo cuando alguien mencionaba el nombre de Wesley. Yo respondía dando saltos y volteretas. Ahora sé que me llamaban Wesley y que aquello era lo que se suponía que debía hacer. Pero entonces no. Entonces todo era como una especie de rapsodia de frugal libertad en la que la inconsciencia más absoluta se entrelazaba inextricablemente con la sensación de que mi identidad era sólo mía. De que yo era yo. Ahora, ya no puedo decir lo mismo.

Todo comenzó cuando trajeron a mi recinto a un ser pelón, vil y nauseabundo que parecía intentar imitar todos mis gráciles y uniformados movimientos, claro está, con resultados deplorables. Le llamaban Craig y le daban más bananas que a mí. Traición. Jamás he consentido ni consentiré que alguien invada mi territorio y que, además, se haga dueño de él. La convivencia se hizo imposible. Eso era una declaración de guerra. De una guerra sin cuartel. Tenía que vencer el más fuerte. Sólo podía quedar uno.

Intenté suplantar su identidad; intenté descolocarle. Cada vez que yo reconocía la voz del señor que traía las bananas, ya dijese Craig o dijese Wesley, rápidamente me lanzaba a realizar piruetas y movimientos estratosféricos con los que dejar asombrado al repartidor de mi comida. Pero no funcionó. Craig era más fuerte y, pese a las apariencias, más rápido de lo que cupiese imaginar. Acostumbraba a golpearme y a torturarme psicológicamente con sus vulgares demostraciones de poder. Si la suplantación de la identidad no funcionaba, había que pasar a otra estrategia.

Intenté hacer ver como que la comida me era indiferente; no acudir a las llamadas del repartidor. La idea subyacente era que Craig se alimentara con su comida y con la mía, de tal modo que acumulase tal sobrepeso que le fuera, transcurrido un tiempo, imposible hacerme frente. Entonces el poder sería de Wesley, pensé. Yo confiaba en mis amplias y vastas reservas energéticas para hacer frente al ayuno. Tampoco funcionó. Craig ganó masa muscular y mis planes se fueron al garete. Estaba perdido. Mi vida, más que nunca, corría peligro.

Una noche en la que la posibilidad del suicidio se hizo patente en mí, sucedió lo inexplicable. Dos individuos encapuchados y vestidos de negro entraron en mi recinto, superando las peligrosas e infranqueables medidas de seguridad, y nos raptaron a Craig y a mí. Nos metieron en dos celdas de tamaño microscópico, donde cualquier mínima posibilidad de que la vida pudiera ser desarrollada en ella sería tachada de antemano como una locura. Y a continuación, nos introdujeron en la parte de atrás de un coche, jeep creo recordar. Tras colocar una manta en mi celda que me impedía ver lo que a mi alrededor había, oí como el coche arrancó. En dirección a mi libertad, pensé. En realidad a ninguna parte.

***

A la mañana siguiente, cuando me desperté, estaba en los brazos de una niña pequeña que no paraba de hacerme putadas. A mi alrededor sólo había confusión y calor, mucho calor. La sensación de desasosiego unida a mi debilidad física se hizo patente y me desmayé. Cuando recuperé el conocimiento vi a mi archienemigo en brazos de lo que parecía ser un monstruo. Mi primer pensamiento al contemplarle fue un frío y desapasionado "muerte". Al menos hasta que vi que su cara expresaba las mismas sensaciones que yo, hace unos pocos segundos, minutos u horas (no lo sé a ciencia cierta).


Rápidamente nos comunicaron el móvil de lo acontecido: seleccionar a uno de los dos para ser adoptado. El que lo fuera, llevaría una vida plena de placer y expectativas de futuro. El que no lo fuera, sería abocado a una vida llena de tormentos en un habitáculo sombrío sin intermediación física con el mundo exterior, salvo por una oxidada rendija por la que pasaría la comida. No era un duelo a muerte, era algo mucho peor. Era un duelo por la dignidad.


Yo partía con ventaja y lo sabía. Había superado antes que Craig mi estado de confusión y posterior desmayo. Tenía que jugar mis cartas. Nos sometieron a diversas pruebas con el fin de medir tanto nuestra aptitud física como mental. Me esforcé como nunca me había esforzado en todas aquellas pruebas. Pero todo fue en vano. Craig era mejor que yo. Nadie podía negarlo.

***

Ahora mi vida no tiene sentido. Vivo en una celda de 7 metros cuadrados y de metro y medio de alto. Hay humedad, goteras, moho y ratas, muchas ratas; infinitas ratas. Ahora el problema de la convivencia es con ellas. Pero ya me da igual. He perdido la libertad y eso es lo importante. Mis captores tienen pequeños gestos conmigo y me dan a leer las grandes obras de la civilización occidental (la crítica de la razón pura, la genealogía de la moral, la biblia, el tractatus logico-philosophicus, las meditaciones metafísicas, etc.), lo cual sólo acentúa mis tendencias suicidas. Creo que el suicidio está al caer.

***

Ya no aguanto más. Me hago viejo, mi mente no funciona y mi cuerpo no responde. Ha llegado el momento de decir adiós a esta vida. Esta noche, cuando me dejen el plátano y el cuchillo para pelarlo, me cortaré las venas.

***

Maldita sea, ese jodido cuchillo no estaba afilado. Esperaré a mañana. Toca Bistec. De mañana no pasa.

***

Wesley Thomas, nacido en 1984 o 1986, murió envenenado en algún momento de un frío día de 2007.
R.I.P.

martes, 18 de diciembre de 2007

Lucía y el Sexo (2001)


Genialidad o delirio absoluto no son las expresiones correctas, pero son las primeras que se me vienen a la cabeza a la hora de valorar esta película. Quizá la imagen de un ojo absorbiendo rayos catódicos sin interferencia alguna sea una representación bastante plástica de lo que esta película es. Porque la verdad es que existe una delgada línea que separa la genialidad del delirio más absoluto. Una franja inextensa en el espacio y en el tiempo cuya razón de ser se justifica por el simple hecho de que distinguimos entre obras geniales y obras delirantes, y ambos predicados no solemos mezclarlos. Pero a veces sí. O dicho de otro modo: a veces se nos imponen. O mejor dicho: a veces los predicados no tienen razón de ser. Creo que para Lucía y el sexo esa es la descripción más acertada y, por tanto, esta crítica, en tanto que descripción de ella, no debe tomarse muy en serio.

De difícil asimilación racional por parte del espectador, Lucía y el Sexo se revela como uno de los experimentos fílmicos más innovadores de la tierra del toro y el vino, del pollo frito y de los atavismos folclóricos más inveterados. Realmente, si uno no tuviera ningún tipo de cultura cinematográfica, y viera el film doblado a cualquier otro idioma, no se le pasaría por la cabeza la idea de que ésta es una película española (aunque también es verdad que, si las condiciones fueran esas, no habría razón alguna para tener prejuicios). No en vano se ha catalogado a Julio Médem, su creador, como el digno sucesor de la gran tradición fílmica europea conformada por los Buñuel, Bergman, Tarkovsky y algunos otros. Y no es de extrañar que las miradas de Kubrick y Spielberg se fijarán en él para la realización de proyectos que, vistos a posteriori, con acertado criterio el bueno de Julio rechazó.

En Lucía y el Sexo se nos relata un cuento en el que la realidad y la fantasía se unen inextricablemente por medio de unos personajes cuya relación se establece por el sexo. El sexo es a veces el motor de la dicha, la lujuria y la felicidad y en otras ocasiones es la raíz del tormento, la ira y el ocaso de las ilusiones. Sirve tanto para presentarnos las complejidades internas de las relaciones de pareja como para hacernos ver el furor y el desenfreno de los encuentros esporádicos. La película nos muestra, por tanto, un espectro polimórfico en el que el sexo configura diferentes miradas que, conjugadas perspectivísticamente entre sí, nos ofrecen un panórama bastante prístino de lo que son las relaciones humanas, tema central en la película a pesar de lo sugerido por su título.

Y es que como si de una mezcla del cine de Bergman y el de Jeunet se tratara, Lucía y el Sexo se adentra, como ninguna otra película española lo ha hecho hasta ahora, en los misterios más profundos que entrañan el tormentoso mundo de las relaciones humanas y, en especial, de las de pareja. La película entremezcla los momentos dramáticos más puramente existencialistas, al estilo del director sueco, junto con fragmentos donde la esperanza y el consuelo inundan todos los poros de la pantalla, haciendo partícipe al espectador de lo que se está contando. Y esto se logra con una estética en la fotografía al nivel de cualquiera de los grandes del cine mundial. A pesar de haberse rodado con una cámara digital de alta resolución, todos los encuadres y la iluminación escogida para cada plano denotan una planificación medida al milímetro que tiene como resultado una belleza en el cromatismo y en la mirada verdaderamente exhuberante.

Pero si bien la fotografía en la película consigue transmitirnos las sensaciones y emociones que inundan la película y, con ello, erigirse en el principal vehículo narrativo del film, cosa bien diferente cabe decir del guión, bastante poblado de errores de continuidad y sucesión en las escenas que, pese a no desvirtuar en demasía la idea general que Médem pretende transmitirnos, a saber, que siempre cabe la posibilidad de empezar de cero en la vida, sí la trastoca más de lo que, en principio, sería deseable. Y los diálogos tampoco ayudan, siendo la mayor parte de las veces planos y secos, aunque en otras metafóricos y sugerentes.

A este respecto, la labor actoral no consigue levantar el vuelo, al menos en lo referente a su dueto protagonista, siendo el trabajo interpretativo de Paz Vega y Tristán Ulloa bastante mejorable. Cosa bien diferente a lo sucedido con Elena Anaya y Najwa Nimri. La primera perfecta en su papel de adolescente calenturienta y salida. La segunda, a pesar de no ser una actriz que sea santa de mi devoción, intachable en el que al final se convierte en el papel más difícil dada la complejidad de su personaje, Elena. No obstante, y pese a que la labor general interpretativa sea de nivel flojo, en parte condicionada por la poca consistencia de los diálogos, todos los actores realizan una excelente tarea en las escenas más calientes del largometraje y, pese a la dificultad intrínseca de llevar a cabo este tipo de secuencias de manera creíble en el cine, en todo momento la sensación de naturalidad es la norma en la totalidad de las escenas en las que la fantasía y los juegos eróticos son el foco protagonista de la cámara.

Resumiendo un poco estas líneas, Lucía y el Sexo pretende ser un interesante experimento cinematográfico en el que la realidad y la ficción se entremezclan dando como lugar, tanto un espacio para la imaginación más onírica, como un relato donde las emociones entran en conexión con el ámbito de lo más típicamente humano: el sexo como catalizador de nuestra interioridad. Todo ello por medio de una excelente fotografía digna de enmarcar. Sin embargo, la pretensión se queda en ello, y la tara del guión, con un más que discutible final desde el punto de vista lógico, y unas interpretaciones más que mejorables, dan como resultado una propuesta ambivalente, con sus puntos álgidos y algunos más bien mediocres.

No obstante, aunque el resultado general es bastante bueno, la sensación final es agridulce. Esta historia no está al nivel de otras obras del director donostiarra como Tierra o Los Amantes del Círculo Polar y nos muestra a un Médem con las ideas no lo suficientemente claras acerca de lo qué es hacer una película. Sensación, en cambio, totalmente opuesta a la que nos dejaban las películas anteriormente mentadas. En Lucía y el Sexo, si bien el apelativo de película fallida no llega a hacer justicia a las virtudes del film, la sensación final es la de un aquello que pudo ser y finalmente no fue. Una pena, a medias.

Valoración: 6.4

Los 10 mandamientos de los JJ.OO. de Pekín

Y no, ésta no es otra estúpida entrada acerca de unos hipotéticos mandamientos en el caso de que Dios no hubiese muerto. Que sí coño, que esta entrada sí es de verdad. Ha sido idea del ayuntamiento de Pekín. Han sido colocados en panfletos en cada esquina de la ciudad. Y lo que se pretende conseguir es dar una buena imagen de cara al exterior para la cita olímpica del año que viene.


1. Proteger la propiedad intelectual de la mercadotecnia olímpica y no comprar ni vender productos olímpicos piratas.
2. Atención al reglamento sobre la protección de símbolos olímpicos y no abusar de elementos como la bandera, el himno o los membretes de los juegos Olímpicos.
3. Memorización de las normas de tráfico y evitar cruzar los semáforos en rojo.
4. Respetar las colas y evitar las aglomeraciones.
5. Obligación de cuidar el medio ambiente y prohibición expresa de escupir en la vía pública.
6. No dañar los monumentos históricos y respetar las costumbres.
7. Cuidar las instalaciones olímpicas y evitar los alborotos en su interior.
8. Colaborar en la manutención del orden en los estadios y no lanzar botellas ni llevar sus propias bebidas.
9. Hay que ser espectadores civilizados y no se puede practicar la reventa y las apuestas.
10. Conocimiento de la legislación y no alterar el orden público con su actitud.

Como os habréis dado cuenta, cada mandato expresa un deber y una prohibición, cuando no más. En realidad, si analizamos la formulación de cada uno de los mandamientos, nos encontramos con que en suma hay al menos 23 mandatos. Efectivamente, el hecho de que hayan sido sintetizados en diez, supongo, no es más que otro absurdo guiño a la cultura occidental. De hecho, en los dos últimos años se ha intentado erradicar las costumbres ancestrales chinas que no son bien vistas por el mundo occidental. En cualquier caso, no deja de ser curioso que los mandamientos descritos en las líneas anteriores puedan ser aplicables a cualquier país del mundo. Cosas de la globalización.

De la globalización y de la hipocresía. Porque si no no me explico esta absurda campaña de marcadotecnia (quien crea otra cosa es un iluso). Es decir, entiendo los fines de la campaña en tanto que es de marketing, pero carece de sentido explicarse la campaña en términos de otros fines. Pues, ¿se pretende cambiar algo más allá de la mera apariencia pública? La respuesta es no. Y es no porque si fuera de otro modo se iría a lo substancial del asunto: la cuestión de los derechos. No puede haber deberes sin derechos, y en China parece que la cuestión de los derechos humanos se la pasan por el forro. Aquí una pequeña lista, la otra cara, si se quiere, de esos 10 mandamientos:

- Escasa libertad de expresión y religión: Miles de personas son detenidas cada año por ejercer esos derechos.
- Reubicación de comunidades enteras con el fin de obtener terrenos para la realización de obras públicas: las tres gargantas y (¡caramba!)las instalaciones de Beijing 2008. (El derribo de algunos de los ancestrales Hutongs en pleno centro de la capital puede ser un ejemplo flagrante de esta reubicación forzosa.)
- Vacío en los derechos de los detenidos, sobre todo durante el proceso de detención, juicio y sentencia. No existe una jurisprudencia que vele por los derechos de los detenidos y la práctica de la acusación mediante cargos vagamente definidos sigue siendo la norma.
- Abusos y tortura contra los prisioneros tanto en las cárceles como en los campos de trabajo.
- La pena de muerte sigue siendo vigente. Se estima que cada año se ejecutan 10000 de estas penas.
- Recolección de órganos de prisioneros condenados para transplantes.
- Acatamiento de prácticas abortivas y de esterilización como medio para llevar a cabo la política estatal de planificación familiar.
- La ley de los trabajadores chinos no permite la libre asociación en sindicatos independientes para reclamar sus derechos. Existe la Federación China de Sindicatos, pero sus oficiales están controlados por las autoridades locales y los comités del PCCh. El abuso y el control laboral queda impune.

Así las cosas, en China la cuestión no es que no pueda haber deberes sin derechos, sino más bien que no puede haber prohibiciones sin deberes. Están jugando a otro juego.

domingo, 16 de diciembre de 2007

El baloncesto y Jordan

Me encanta el baloncesto. Es uno de los deportes más vibrantes que hay. El intercambio constante de golpes hace que los partidos no se suelan resolver hasta los últimos minutos. Es un deporte de equipo y, por ello, todos aportan en mayor o menor medida lo que en otros deportes sería dificilmente pensable. Y hay estrategia y análisis; la pizarra y las estadísticas juegan un papel esencial en la planificación y comprensión del juego.

La última característica hace que algunos consideren el baloncesto como algo parecido a una ciencia. Y es que sin ser ajedrez, tampoco es fútbol. El tipo de defensa o de ataque que el entrenador mande en una determinada fase de un partido, condiciona el rumbo del marcador. Y lo hace como no se me ocurre en ningún otro deporte de equipo.

Pero no todo el monte es orégano en basket. Por mucho que el diseño de las jugadas sea exhaustivo, o por más que el entrenador planifique cada segundo de una posesión, el baloncesto, en tanto que deporte de equipo, es un sistema indeterminado. Si eres entrenador, ten por seguro que tus jugadores a veces no te harán caso y la pifiarán en los momentos decisivos. Y, en contadas ocasiones, el caso será nulo pero todo será más fácil.

Hay muchos jugadores que a lo largo de la historia se empeñan en desmentir a la lógica y convertir lo difícil en fácil. Ejemplos: Chamberlain, Magic Johnson, Sabonis, Ewing, Petrovic, Divac, Abdul-Jabbar, Bird, Divac, y un largo etcétera. Pero si de lo que se trata es de saber quien es el jugador determinante por antonomasia, la respuesta es Michael Jordan. Está claro por qué (si es que tampoco hay que ser muy original pa' estas cosas).



Yo soy del Baskonia y de Jordan. Y punto(.)

viernes, 14 de diciembre de 2007

La habitación y las gemelas

El siguiente vídeo está extraido del documental Brain Story: Why do we think and feel as we do? narrado por Susan Greenfield. No contiene ningún tipo de montaje adicional. No tiene photoshop ni argucias similiares. No hay trampa ni cartón.



Bueno, algo de trampa y algo de cartón sí que tiene, pero no reside en el tratamiento de post-producción de las imágenes. En la secuencia las niñas parecen cambiar de tamaño según el lado de la habitación en el que se encuentren. Así, si están a la izquierda se ven más pequeñas, y si están a la derecha más grandes. Pero las gemelas son siempre las mismas. ¿Qué sucede? Que hay una ilusión óptica.

El truco consiste en la forma de la habitación, que la perspectiva que percibimos no es la que parece. En realidad, la forma de la habitación está profundamente deformada, siendo la parte de la izquierda mucho más grande que la de la derecha. Los muebles que contiene son más grandes en esa zona que en la de la derecha e, incluso, contiene una pequeña rampa. Todo parece recto, pero en realidad no lo es. Ahí también entra en juego la pericia del operador de cámara.

Lo que nos viene a contar la narradora es que la percepción de nuestros sentidos muchas veces nos engaña. Que muchas veces vemos algo, y como parece que encaja con nuestros esquemas previos acerca de lo qué es o debería ser, pues lo asimilamos como si nada. Y la moraleja consiste en que es tan importante lo que vemos como lo que nuestro cerebro quiere ver.

Esta construcción se llama habitación de Ames (clicando aquí puedes ver el plano). Fue creada por el oftalmólogo Adelbert Ames en 1946 a partir de un concepto del físico Hermann von Helmhotz.

Una aplicación de esta perspectiva fue usada en El señor de los Anillos y en Charlie y la Fábrica de Chocolate (la de 1971). La primera, sobre todo, es un buen ejemplo de cómo los efectos especiales sólo deberían ser el último paso a efectuar a la hora de conseguir plasmar la representación de una idea.

jueves, 13 de diciembre de 2007

La Colina de los locos

¿Qué es utopía? Una palabra cuyo significado es borroso. Literalmente es un no-lugar, es decir, un espacio inexistente, de facto. Pero con utopía nos solemos referir al estado de cosas que sería ideal en este o aquel contexto y que actualmente no se da. El lugar al que se debe tender inercialmente si las cosas marchan bien.

¿Qué es una utopía? El espacio ideal concreto en este o aquel contexto en función de lo que se considere bueno. Suscita discusión porque qué sea lo bueno está abierto a discusión. Una utopía en el ámbito en el que se promulgue, por definición, se contrapone a otras utopías en el mismo ámbito o contexto.

¿Qué es la utopía? Una utopía reconvertida por medio del consenso; el fin de la discusión. Donde la teoría termina y la acción debería empezar.

***

Es curioso contemplar como toda utopía que parezca haberse logrado en algún momento de la historia acaba degenerando y corrompiéndose hasta llegar a ser la sombra de lo que fue; la antítesis de lo que debería ser. Estos casos, si bien excepcionales, se dan. Y se dan más cerca de lo que uno cabría esperar.

Es curioso contemplar hoy en día la facultad de filosofía de la UPV en la que yo estudio, ubicada en el campus de Ibaeta. Probablemente, una facultad sin nada que la diferencie de cualquier otra facultad de filosofía y, por extensión, de cualquier facultad: con su alumnado, sus áreas temáticas, su programa docente, sus créditos ECTS, su profesorado, sus relaciones de poder...

No es que me resulte curioso contemplarla de por sí. No soy de los que se asombran nuevamente del mundo todos los días y a todas horas. Lo que me resulta curioso es compararla con lo que un día fue el germen de aquella: La facultad de Zorroaga. La Colina de los Locos.

Acabo de encontrar un artículo en internet acerca de lo que fue la facultad de Zorroaga en sus primeros cinco años de andanada intelectual, y acerca de su posterior declive y reconversión en lo que hoy en día es. Si quieres leerlo, pincha en el siguiente enlace:

El País, 4 de enero de 2004.

Zorroaga, la academia en medio del Infierno.

Emilio Alfaro.


miércoles, 12 de diciembre de 2007

Vuelve a casa por Navidad

Vaya vaya. Justo cuando pensaba escribir una entrada acerca de la demora de Alonso en la elección de la escudería para el año que viene, aparece publicada en los principales medios la noticia de que Fernando ha fichado finalmente por Renault. Si es que tanto marear la perdiz y tanto decir que si sí que si no a las distintas ofertas, rumores y desvaríos varios de los que la prensa (¿deportiva?) se ha hecho eco, le hacían pensar a uno que el año que viene teníamos al piloto asturiano retransmitiendo las carreras junto al siempre objetivo Antonio Lobato y al San Ganchao de Gonzalo Serrano. Nada, una pena.

Al final Alonso ha fichado por Renault. Vale, eso todo el mundo lo sabe. No creo que la primera frase de este párrafo haya añadido información nueva a tu cuerpo de conocimientos, y si así ha sido, intuyo que no tardará demasiado tiempo en engrosar tu estimada papelera de reciclaje. Si puede servir de algo entonces, no sigas leyendo las siguientes reflexiones. No te van a interesar.

Lo que me interesa ahora es pensar cuáles son los motivos por los que Alonso ha fichado por Renault. Sinceramente no lo entiendo. Bueno, sinceramente, en realidad, sí lo entiendo. Siendo francos: digamos que me apetece escribir algo. Así que fingiré al principio como que no lo entiendo para terminar esta entrada como si una iluminación divina me hubiera cobijado, de modo que llegaré a una conclusión totalmente obvia, pero intentaré arroparla de todo el esplendor y magnificencia que las grandes verdades parecen traer consigo. Y si con esto tampoco te he convencido de que dejes de leer las siguientes líneas, de acuerdo, no puedo hacer más por ti. Pierde tu tiempo.

Alonso regresa a Renault, su primera casa. La que apostó por él y la que le hizo florecer. Con la que consiguió dos títulos mundiales y a la que él dejó en la estacada como las putas dejan en la estacada a los indigentes sin recursos antes de echar un polvo o como los indigentes sin recursos dejan en la estacada a las putas después de echar un polvo.

"Magic" Alonso salió a malas de Renault. Cuando esto sucedió en 2006, daba la sensación de que el asturiano sólo se llevaba bien con su equipo de mecánicos. Lo cual es parecido a decir que si sales de Microsoft, sólo te llevas bien con el personal de limpieza de las vidrieras. No terminó a buenas ni con el jefe de ingenieros, Pat Symonds, ni con Flavio Briatore, ese magnate italiano que tiene el dinero por castigo. Así las cosas, un regreso a Renault parecía inconcebible... como inconcebible ha sido su paso por McLaren. La forma de entender la fórmula 1 del equipo inglés y, en especial, de Ron Dennis, parece haberle abierto los ojos al piloto asturiano. Pues más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Ahora bien, Alonso viene a Renault a ser el jefe de filas. Han debido asegurárselo, porque si no no se entiende que recale en un equipo que el año que viene contará como piloto oficial con Nelsinho Piquet, debutante en la categoría e hijo del mítico Nelson Piquet, tricampeón de fórmula 1. ¿Alguien ha oído hablar del caso Hamilton? Nelson Piquet padre ha hecho numerosas declaraciones en las que ha afirmado que su hijo no será el segundo piloto de nadie. Por otra parte, Pat Symonds ha realizado, a su vez, numerosas manifestaciones afirmando que en la fórmula 1 debe haber un jefe de filas en cada escudería. No creo que a Alonso le haga mucha gracia la situación. Pero visto lo visto, a mi sí.

Luego está el asunto de si Renault el año que viene tendrá un coche competitivo. Los hechos dicen que no a la luz de los resultados obtenidos la pasada temporada. Una de las razones por las que Alonso emigró a McLaren en 2007 fue que le prometían un coche ganador, cosa que Renault no podía ofrecer entonces. Y parece ser que ahora tampoco, aunque en 2009 sí. Alonso ha fichado por dos temporadas, pero si el coche ganador no estará listo hasta 2009, parece gratuito el primer año de contrato.

Bueno, gratuito lo que se dice "gratuito", la verdad es que no. Se ha filtrado a la prensa que el sueldo que apercibirá Fernando Alonso por cada una de las campañas que corra para la escudería francesa asciende a un montante de 40 millones de euros. El doble de lo que percibía en Mclaren. Casi nada. Algunos verán en este hecho el principal "motor" de la decisión de Alonso de decantarse por Renault. Pero no hay que olvidar que algunas noticias han difundido la mareante oferta que le realizó Toyota y que ascendía a 70 millones de euros por temporada. El dinero, aunque sea paradójico, no puede ser la razón.

Algunos dirán: hombre, pues será una cuestión intermedia entre sueldo y posibilidades reales de ganar el campeonato; un híbrido de ambas razones. No, no me convence. Podría haber estado fuera del circuito y esperar a 2009 para fichar por Ferrari, auténtica apuesta de futuro para Alonso y para Ferrari. Renault es un paso intermedio, conforme. Pero del hecho de que sea un paso intermedio no se infiere la necesidad de que ese deba ser el paso intermedio.

No, para mí las cosas van por otro camino. Que Alonso encuentre en Renault un puente de dos años no se justifica por la conjunción de la obtención de 80 millones de euros y de nimias posibilidades reales de victoria, al menos, cuando el asturiano es un tipo al que el dinero no le falta. Tiene que haber otra cosa. Esa otra cosa es el mundo que rodea a la fórmula 1.

A la fórmula 1 la llaman "circo" por muchas razones, pero principalmente por todos los negocios que alrededor de ella se generan. Si el negocio es el fondo, el espectáculo es la forma. Y de espectáculo, como si de unas variedades se tratara, hay mucho y muy variado. Briatore definió una vez su leivmotiv personal dentro de la fórmula de la siguiente manera: Correr los domingos y luego salir con las chicas de las carreras. Cuánta sabiduría. Algo de eso debe haber aprendido Fernando. Y algo de eso también debe haber sido tomado en cuenta a la hora de efectuar su decisión. A la mierda con la morfeo del sueño, o lo que sea. Si no, no me lo explico.

Esto de la fórmula 1 me va a gustar debió pensar allá por 2003.

Sea como fuere, Alonso regresa a Renault. Vuelve a casa por Navidad. Y como el turrón, lo hace más caro que la última vez. Maldita inflación.